sábado, 10 de julio de 2010

La más linda, la mas hermosa, la celeste del alma

Bueno... así termina un mundial más para Uruguay. No hubo frustraciones en realidad. ¿Quién hubiera dicho que llegabamos a semifinales? Solo Gorzy... El punto es, que aunque me quedé con gusto amargo por los dos últimos partidos, no puedo explicar la emoción que sentí durante todo el mundial. ¿Saben lo que es ver a un Mercedes con una banderita en la ventana, y al rato un carrito cartonero con la misma bandera colgaba de las riendas del caballo? Increíble. La gente dándose ánimos por la calle. La tele llena de propagandas emotivas sobre la garra charrua (admito que muchas me llevaron al borde de las lágrimas), la gente con banderas en las ventanas, o con carteles como "Sos mi alegría". Humildad. Eso me parece que fue lo que le transmitimos al mundo. Respeto es lo que nos devolvieron, lo que tanta falta nos hacía. Poco a poco, alentando de acá o de allá, pasó algo que nadie creía ya posible. No puedo dejar de pensar "Esto se lo voy a poder contar a mis hijos". Me encontré a mi misma con un nudo en la garganta al escuchar "Cielo de un solo color" de NTVG o "Nací Celeste". Lloré con hazañas como la atajada de Suarez. Volvimos a demostrar que La Garra Charrua existe. Supimos encariñarnos con los jugadores (puede que se me haya ido la mano con eso (L)), que ahora son poco menos que próceres. Sí, futbolísticamente me encantó Uruguay, pero más que nada, me encantó Uruguay como pueblo.

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